miércoles, 6 de enero de 2010

Queridos Reyes Magos...

“Sólo pude disfrutarlo un día. Por la tarde jugué con él hasta el anochecer, en el balcón, y lo dejé allí, soñando con cabalgarlo de nuevo al día siguiente. Pero aquella noche llovió a cántaros, nadie se acordó del pobre caballo, y por la mañana, cuando abrí los postigos, encontré un amasijo de cartón mojado. Según me contaron más tarde, no lloré: estaba demasiado abrumado para eso.

Permanecí inmóvil mirando los restos durante un rato largo, y luego di media vuelta en silencio y volví a mi habitación, donde me tumbé boca abajo en la cama. La verdad es que no recuerdo lágrimas, pero sí una angustiosa certeza de desolación, de desastre irrevocable, de tristeza infinita ante toda aquella felicidad arrebatada por el azar, por la mala suerte, por la imprevisión, por el Destino.

Después con los años, he tenido unas cosas y he perdido otras. También, sin importar cuánto gane ahora o cuánto pierda, sé que perderé más, de golpe o poco a poco, hasta que un día acabe perdiéndolo todo. No me hago ilusiones: ya sé que son las reglas. Tengo canas en la barba y fantasmas en la memoria, he visto arder ciudades y bibliotecas, desvanecerse innumerables caballos de cartón propios y ajenos; y en cada ocasión me consoló el recuerdo de aquel despojo mojado.

Quizá, después de todo, el niño tuvo mucha suerte esa mañana del 7 de enero de 1956, cuando aprendió, demasiado pronto, que vivimos bajo la lluvia y que los caballos de cartón no son eternos.”

Fragmento del artículo de Arturo Pérez Reverte, “El caballo de cartón”. El día de Reyes Magos de 1956, cuando él tenía 5 años, le regalaron uno.


Y ahora en el 2010, ¿cómo de cargados han venido los Reyes Magos?
Los mios demasiado... y eso que no eché la carta, de echo pensaba que me regalarian poca cosa, pero se vé que este año he sido muy buena.
Y aún me acuerdo de cuando me traian carbón que luego le daba a mi hermano porque a él le gustaba y a mí no, pero luego me decian que buscara por toda la casa para ver si había algo más, y encontraba regalos, que eran para mí o no y los dejaba encima del sofá y de la mesa y seguia buscando, me gustaba casi más encontrarlos que abrirlos... cosas de niños, como mi sobrina, que le gusta más el papel de regalo que el regalo en sí, que baratos salimos en el fondo, y lo que nos complicamos la vida...

4 comentarios:

  1. Al menos disfrutó del regalo durante un día. Siempre hay que ver la parte positiva :)

    muaaa!

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  2. mis reyes no han venido este año, pero sin duda espero que a lo largo de él me vayan trayendo todo lo que pido cuando cierro los ojos por las noches (:
    muua!

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  3. Vaya, nunca habría acertado que era suyo jejeje.

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  4. A veces las pequeñas cosas son las que importan. A mí me hace más ilusión regalar y preparar juegos que recibir regalos.

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